martes, 8 de abril de 2008

Marcia Ramírez

Marcia Ramírez era una persona muy especial, famosa, conocida en el mundo entero. Era actriz dramática. Había comenzado en las telenovelas haciendo papeles mediocres, hasta que un día, un productor famoso la vio en la única telenovela en la que había tenido éxito: “Corazones Destrozados”, un melodrama barato como tantos otros, y se le ocurrió que podía explotar a esta suerte de actriz llevándola a la pantalla grande. Y de hecho lo hizo, la sacó de ese mundo para convertirla en lo que era ahora.
Lejos quedaron esos días en los que no era nadie. Ahora Marcia era reconocida internacionalmente por sus películas, en las cuales siempre era una femme fatal enamorando al galán de turno y al público. Todos la amaban. Era hermosa y refinada, vestía maravillosamente. Tenía glamour. Todas las mujeres querían verse como ella. No era una buena actriz, muchos lo sabían, pero Marcia no se percataba de eso. Era tan solo una buena inversión, un buen producto, y el público la compraba. A esta altura poco le importaba a ella cuál era la realidad. No había nada que no pudiese comprar, tenía todo lo que quería o lo que se le ocurriese tener. Era pedante, soberbia. No quería a nadie, solo amaba sus joyas, sus autos, su ropa y su dinero con el que podía comprar más y más.
Esa mañana se levantó temprano, tenía muchas actividades programadas, entre ellas ir a una cena benéfica para unos niños sin hogar. Eso era una verdadera molestia, un montón de chicos rodeándola, besándola, tocándola, y ella, sonriendo, acariciando, besando. Le llevaba todo un día sacarse el olor y el malestar que le provocaba esa gente. Pero había que hacer algunos sacrificios para seguir en la cima.
Eran ya las ocho de la noche y ella debía estar en el lugar a las ocho y treinta. Había solicitado un taxi, su chofer no podría llevarla por una indisposición. El auto llegó en punto, Marcia se subió. El taxista no la reconoció. Eso la molestó un poco, pero por otra parte era mejor así, odiaba que le pidieran autógrafos y le preguntaran sobre las películas.
En el viaje fue pensando las caras que debía actuar cuando bajara del auto, después de todo, un montón de fotógrafos y cámaras estarían allí y no podía quedar mal.
El viaje no fue largo pero el paisaje se veía extraño.
- Llegamos- dijo el taxista
- ¿Está seguro de qué es aquí?
- Por supuesto, usted dijo Av. De los Condes 3153. Es aquí.
Algo andaba mal, el lugar estaba desolado y demasiado oscuro. Nadie estaba esperándola. Dudó, pero decidió bajar.
- ¿Podría esperar unos minutos? Le preguntó al conductor
- Por supuesto que no, ¿qué piensa, que tengo todo el tiempo a su disposición?
Le pareció un insolente, cómo se atrevía a responderle así, a ella, ese pobre idiota no sabía con quién estaba hablando. No supo por qué pero no quiso discutir. Le pagó y el taxi se fue. Era raro todo. No había cámaras ni fotógrafos, nadie, y el edificio adónde se dirigía no parecía habitado.
Por primera vez en mucho tiempo sintió miedo, pero aún así entró. Era una construcción muy antigua, de estilo inglés, al parecer abandonada desde hacía mucho. Demasiado oscura y con un clima helado, casi sepulcral. Preguntó con voz fuerte si había alguien allí. No obtuvo respuesta, sólo el eco de su asustada voz. Subió por unas escaleras de madera con la esperanza de encontrar alguna persona. Los peldaños eran tan viejos que chirriaban con cada paso, parecía que iban a desmoronarse en cualquier momento. Encontró una puerta abierta y entró. Un hombre alto con un sombrero de copa y un sobretodo negro estaba allí parado, como esperándola.
- Hola, ¿Usted vive aquí?
No obtuvo respuesta.
- Creo que cometí un error. No estoy donde debería estar, tal vez usted pueda ayudarme, no sé, proporcionarme un teléfono.
El hombre seguía sin responder. Sus ojos eran penetrantes y brillaban en la oscuridad. Marcia no podía percibir del todo su cara pero sentía que era repugnante, y el olor, el olor era putrefacto.
Comenzó a atemorizarse y dio unos pasos hacia atrás. El sujeto seguía mirándola. Ella giró sobre sus temblorosos pies y trató de correr rápidamente hasta la escalera. Trastabilló y perdió uno de sus zapatos. Quiso volver, allí veía perdida una de sus más caras adquisiciones; “bueno, ya compraría otros”, pensó.
Llegó a la puerta. Salió a la calle. El aire era helado pero el cielo estaba diáfano. Intentó buscar ayuda pero no había nadie. Pensó en caminar algunas cuadras pero no logró siquiera llegar a la esquina, ese hombre ya estaba frente a ella. Quiso gritar pero se quedó sin aire. Un cuchillo filoso y plateado brillaba sobre su cara. La hoja de plata reflejaba su horror. Intentó disuadirlo entregándole lo que tenía.
- Tome, puedo darle más, todo lo que usted quiera, tengo mucho dinero-
El hombre habló por primera vez:
- No quiero su dinero….quiero su alma
- ¿Qué?
- Sé quién es y cómo es. No busco dinero. Yo me encargo de recolectar almas sucias, almas que se han corrompido por la ambición y el deseo de poder, por la avaricia y la soberbia.-Una risa sarcástica salió de su boca-No le alcanzaría todo su dinero para pagar.
El extraño hombre la tomó del brazo y le acercó el cuchillo a su delicado y hermoso cuello. El arma se deslizó gustosamente penetrando la tráquea al tiempo que un chorro de sangre comenzaba a brotar rápidamente.
Marcia cayó lentamente, con su costoso tapado de piel de nutria totalmente ensangrentado.
Se desplomó finalmente sobre el suelo mientras que un hilo rojo corría sin apuro hacia la alcantarilla.
Al día siguiente los diarios publicaron:

“La famosa actriz, Marcia Ramírez, fue hallada muerta esta mañana frente a las puertas de la Sociedad de Beneficencia “Compasión por los desamparados “en Av. De los Condes 3153. El asesinato se habría producido entre las ocho y treinta y las nueve de la noche. No le robaron nada. Todavía no se sabe el móvil del crimen, pero la policía no descarta ninguna hipótesis. Suponen que pudo haber sido un admirador obsesionado o un amante despechado….”
Durante una semana todos los medios hablaron de ella. Al mes siguiente, sólo algunos. Al año, ni siquiera recordaban quién diablos había sido Marcia Ramírez o si alguna vez había existido.