viernes, 14 de noviembre de 2008

De Sapos y Veneno


El Gran Templo de los profanadores críticos de la cultura clásica que con oficio arqueológico supieron remover el polvo medieval,
está vacío.

Los grandes oradores están muertos.

Nadie entra a la épica cripta cartesiana, porque nadie sabe en
donde se encuentra.

Los frutos de minerva que en otros tiempos eran degustados al atardecer por búhos insaciables,
están podridos.

¿Cuántos sapos habrá que tragar para poder saltar y subir algún escalón?

Buzones inmensos, sapos destripados, embusteros vomitando. Sólo eso parece haber en aquel barrio olvidado por los herederos de la luz.

¿Qué veneno podría ser peor que vivir muriendo en las calles de aquel barrio líquido?

Juan Pablo Temelini (2008)